Cae lánguida y serena
En la ladera de Sierra Nevada,existe un paraíso, vivir en él es un privilegio, conocerlo en profundidad, un desafío...
Lluvia.
Cae lánguida y serena
Poetas en La Zubia
El silencio se rompe con el sonido de unos pasos lentos, flemáticos, que se oyen por el corredor. Una silueta envuelta en sombras deambula plácidamente, extasiada, ajena al entorno que le rodea y hechizada quizás, por ese amor que aguarda con anhelo y deseo.
Es Nazhum, poetisa que espera a su poeta. Sus gestos denotan esas ansias que el enamoramiento deja. Se la oye suspirar lánguidamente y ese sollozo, ese lamento, se revuelve vivo, palpitante, real. Es él, su poeta, su amado que se deja entrever en el pórtico principal, luciendo una figura esbelta, estilizada, elegante que revela una pasión que ya no puede reprimir.
Ibn Quzman, poeta de poetas, camina hacia ella, a su encuentro, midiendo cada paso y sintiendo ya el roce de los labios de su amada. Se funden en un apasionado beso que deja sus corazones henchidos de gozo y frenesí. Sus mentes, completamente enajenadas, viajan en cálido ensueño, surcando paraísos olvidados en busca de un rincón en el que consumar su amor. Sus miradas se entrelazan en un acto de unión en el que abarcan los dos cuerpos. Sus manos, ardorosamente cálidas, se afanan en buscar esas curvas tersas, pulidas, sedosas, que esperaban a ser acariciadas febrilmente. Encadenados ya a ese estado de letargo férvido, sus andares pausados, inaudibles se deslizan espectralmente por el suelo de baldosas carmesíes. El ambiente se torna de tonos pastel que embriagan la atmósfera cargada de sensualidad.
Un vaho blanquecino y nacarado difumina las dos figuras fantasmales que el céfiro matinal se encarga de transportar a su época. Un olor a geranios envuelve el mágico momento enmarcando el lugar con tibios aromas otoñales.
Salgo de la huerta callado, extasiado, pensando en los dos poetas que después de tantos años han vuelto a revivir su amor.
Telaras
Sentirte como te siento
Desde mi balcón
Quimeras (2)
Luna incierta
Luna que todo lo sabe
aura que todo lo lleva
claridad entre laureles
oscuridad con hojas secas.
Tu me das todas las noches
todo lo que a mi me llena
silenciando mis pesares
inspirando mis poemas.
Cierro los ojos y veo
que tu luz está completa
y pienso en mi alma cálida
esa que respirar no me deja.
Luna de La Zubia clara
luna tan bella y sincera
luna que recuerdos me trae
de una infancia bella y tierna.
Y los jazmines que proclaman
que todo su olor y su esencia
despliegan todas las noches
ese aroma que sabe a tierra.
Y esa tierra que me me embarga
y mi corazón se lleva
es un sentimiento mutuo
que por la noche clarea.
Oh!!!....mi Zubia tan amada,
mi Zubia... que tanto me llena
la que me hace sentir
mi alma dulce y serena.
J.C. Llamas
Sudor y letargo
Quisiera llevarte en mis manos
tenerte en el alma
sentirte en mis brazos.
Quisiera que me dieras vida
que callaras mis silencios
que usurparas mis abrazos.
Cambiando mi ser por alma
y nos llevara el diablo.
Que me amaras temblando,
sabiendo que nosotros, los dos,
muy locos estamos.
Que nuestro amor es inmenso
como un caballo trotando,
como la luna en la noche,
como una ola cabalgando.
Quisiera que nuestro amor fuera
como un sudor y un letargo
que fundiera nuestros besos
y congelara nuestros labios.
Y me ofreces tu cuerpo ondulante
y tus curvas me ponen temblando
y el amor que nos procesa
por nada quisiera cambiarlo.
Y quererte como te quiero
y amarte como te amo
sabiendo que tu aura está llena
y rebosante de abrazos,
que tu mirada es fuego
que yo quisiera apagarlo.
J.C.LLamas
Pena entre laureles
Pena en la noche que huye
ausente estás y no puedo verte
herida llevo mi alma
sintiendo tu corazón ausente.
Te fuiste sin despedirte
me ahogaste sin tus quereres
me hundiste siete cuchillos
en la mitad de mis sienes.
Desperté y ya no estabas
te habías ido para siempre
los pájaros ya no trinaron
como venían haciéndolo siempre.
Esa pena que me embarga
esa pena, que tanto duele,
es el amor que te llevaste
en una cesta de laureles.
Mis lágrimas como navajas
rasgan los pétalos de flores
que inundan mis dos mejillas
suspirando entre vergeles.
Y mi recuerdo se hace puro
y mis pensamientos, como pinceles,
dibujan nuestros amores
cabalgando entre corceles.
J.C.LLamas.
Noches celestes
Noches cálidas de estío
en La Zubia resplandecen
la luna brilla con aura,
ese que todo lo envuelve.
Reluce clara y serena
como los ojos moriscos
de una belleza Zubiense.
Noches que traen aire tibio,
aire, que casi enloquece
mirando los blancos jardines
que en las huertas emblanquecen.
Y el agua del riachuelo
que deja ese sonsonete
resuena como un suspiro
que por las venas se siente.
Y esos dos enamorados
que su amor se juran peremne
rebosan pasión y deseo
besándose languidamente.
Noches cálidas y tersas,
noches que funden quereres,
noches que en La Zubia se ahogan
entre bellos rincones celestes.
J.C.LLamas.
Almas de La Zubia (4)
extasiado como el viento
dejando un hermoso aroma,
llegando a los corazones
inundandolos de rosas rojas.
Tu carácter te hace fuerte,
tus sentimientos te ahogan
en armonía con tu sentir
que a todos nos enamora,
transportandonos en silencio
a un jardín de nubes rosas.
Y te haces de querer
ya que tu corazón se desborda
pues amas como los ángeles
a todos los que te importan.
Esa fe que te hace mística
esa fe que surge en tu aurora
es la belleza de una mujer
que lleva un alma vencedora,
con un sentimiento profundo
que de ese corazón rebosa.
Como te gusta enseñar
el buen camino y el dogma
a esas almas infantiles
esas que llevas muy hondas
marcándoles ese sendero
que a ti tanto te apasiona.
Tu quehacer en el colegio
te llena tanto que implora
que esos niños que a diario
ayudas y tanto apoyas
te vean como una seño
tan sensible y cariñosa.
¡Nos has enseñado tanto!
contigo vivimos tantas cosas,
orgullosos estamos de ti
tan dulce y trabajadora .
Alma bella y muy sencilla
que por las noches sedosas
viaja con tanto ensueño
que a las nubes enamora,
bordando el cielo azul
con encajes de amapola.
Madre descorazonada.
Esa pasión que te llena,
ese deseo que te desgarra
es el anhelo de todo hombre
buscando a su enamorada.
Te siento
Sentir mi alma entre tus brazos,
indemne, en el límite de lo diáfano
¿Qué me das?...¿Qué me llena de amor?
Y tú, con tu semblante claro
que nubla mis sentidos y me hace sentir
tus pechos erguidos y cálidos.
Podría decirte que te quiero,
que nuestras vidas se han fundido
en un éxtasis celestial.
¡Oh! divino cielo que acuchillas mi querer
y me hundes en un poder de entrega
haciendo de él un influjo que me embarga.
Curvas de piel tersa que nublan mi visión
haciéndome perder el sentido,
imaginándote, amándote en la oscuridad más serena.
Encogido el corazón me tienes
recordando amores primerizos
que desatan nuestra pasión.
Tiempo atrás me diste tu futuro
junto con tu aroma
que envenena mi razón.
Saber que me amas es una agonía
que libro cada día.
Quiero amarte cada anochecer
sabiendo que te entregas a mí
luciendo tu ternura y candidez.
Dame tu ser por siempre
y sabré cada día, cada instante,
que seremos eternamente amantes.
J.C LLamas.
Alma de mujer...
Mujer... ¿qué tienes?
¿Por qué es tan inmensa tu grandeza?
¿Por qué tu aura es tan fuerte?
¿Por qué tu alma tan bella?
Tú eres lágrimas y espinas.
Tú eres sonrisa y delicadeza.
Tú eres el sentimiento y la pasión,
Rebosas de gozo y coraje
porque eres como una gran dama,
Amas como nadie lo hace
a cualquier ser que lo merezca
sin importarte sexo ni raza
ahí es donde radica tu belleza.
Y si sientes que no te comprenden
y que a veces te fallan las fuerzas
te aferras como un gran árbol,
Alma de águila luchadora,
esas que esta vida conlleva.
Mujer... ¿qué me diste?
¿Por qué naciste con esa esencia?
Anhelabas conquistar el mundo
y ahora tú eres su Reina.
Y saber que siempre estas ahí
que nunca fallarás y estarás cerca,
que tu aurora nos hará volar
y lloraremos con tu ausencia.
Y cuando la luna florezca de noche
iluminando las rosas frescas
sabremos que es el alma de una mujer
que nos cautiva y encadena.
J.C.LLamas
Quimeras (1)
Murmullo cantarín entre las hojas
que el viento mece con su lengua céfira.
Cauchil de albores encontrados
que se unen en cálido ensueño.
La plaza está desierta,
miradas vacías y sueños rotos
en un atardecer melancólico.
Y siento mis pasos huecos,
olvidando lo andado,
buscando un ápice de quietud
que temple mi espíritu sombrío.
La Encina me recibe oscura,
llamándome con gritos entornados
que apagan mi sinrazón
embargando mis sentimientos.
Ya no creo en nada ni nadie,
solo mi yo y mi alma gélida
como un Ulises sin su Penélope.
Y me llamas por las noches
diciéndome que me amas y yo
despierto pidiendo que seas tú
esa que mi alma anhela.
Ya no puedo vivir sin ti
Tú que me cautivaste cuando llegué
dándome tu aroma y tu pasión
proclamándote mi tierra.
¡Oh Zubia tan amada!
apuñalas mi corazón de plata
y mi alma rompe a llorar
cautivado por tus quimeras.
J.C.LLamas.