Nevadas en La Zubia


Nevada del año 2006. 

    La nevada, que fue muy intensa, nos dejó estas imágenes estupendas. Todos los caminos rurales y zonas verdes se vieron cubiertas por un manto blanco que engalanó nuestro paisaje. Las copas de los árboles, colmadas de nieve, lucían canosos sus ralos tallos. Todo un espectáculo invernal que nos deleitó todo el día.



    Vista de la copiosa nevada en el patio de una vivienda en la calle San Juan de Nepomuceno.Como puede observarse, los árboles, cargados de nieve, visten galantemente el jardin, creando una estampa que pocas veces se repite. La foto es propiedad de Paco Camposo.



Camino en cuesta Corvales.
    Preciosa instantánea del camino peatonal muy transcurrido en tiempo primaveral por caminantes y deportistas, que con su gran pendiente nos deja esta excelente imagen.



Parque infantil Corvales 
    El pequeño parque en el arranque de la cuesta Corvales fue un encuentro del público infantil que acompañados de sus padres disfrutaron de una bonita mañana.




    Como no podía faltar, el típico muñeco de nieve en el kiosko del Gallagher`s.




   Preciosa foto tomada en la cuesta Corvales a la altura del centro de salud. 
El peculiar pasillo llega hasta el camino referido en la primera imagen.




 Cantina de Rute
      En la explanada de Cantina de Rute, reunión de vecinos dispuestos a pasar un gran rato. La diversión, por supuesto, estaba asegurada.
     Imagen del restaurante "El Pinar" testigo envidiable de la nevada en La Zubia.
     Impresionante estampa del Hotel La Zubia. La belleza de las palmeras, con pinceladas blancas, el tejado níveo y las balaustradas recibiendo el polvo blanco, hacen de esta foto un documento excepcional.
     La instantanea es propiedad de Carmen Rodriguez que me la cedió con cariño.


Nevada del año 2013

    La nevada del pasado año, que pese al todo el invierno tan lluvioso, nos pilló de improviso, nos dejo fotografias tan bellas como las que siguen. No tardé en coger mi máquina y salir a la calle para retratar tan bellos escenarios que se repiten con poca frecuencia.



 Cruz de San Antón
    La cuesta ese dia apareció toda resbaladiza y peligrosa. Los coches y viandantes extremaron la precaución al máximo.




 Iglesia
     Preciosa la toma de la iglesia. El campanario nevado junto con el tejado blanco albino, transmiten paz y sosiego en esa mañana que desde el cielo cayeron los copos con delectación y suavidad gloriosa.






 El puente
    Lio de coches y peatones que, tranquilos y con mucha precaucion, transcurren por el centro del pueblo en sus quehaceres habituales.
    El kiosco del Puente rodeado de nieve. La dueña no duda en recoger la nieve que rodea su negocio para el asceso fácil de sus clientes.
 






 Que decir de esta foto. El kiosco de música con su tejado blanco y la plaza sin apenas un resquicio de suelo libre, nos cautiva la vista. Pomposo y engalanado, así vestia nuestro parque el dia de la nevada.

    Nuestra Encina, callada, silenciosa, alzándose sobre el parque, es testigo de todos los que, enamorados de La Zubia, paseamos ese dia en busca de bellas estampas.
     Y el poema a La Zubia, se hizo más intenso, más profundo, cautivando a los que, ese dia, nos paramos a leer esas líneas que nuestro poeta particular nos escribió.

Almas de La Zubia (3)

                                                          

                                                         Para Reme


     El sol salía despacio, tenue, sin prisas, como si con esos primeros rayos quisiera acariciar las calles, los parques, los hogares que, a esas horas ya empezaban con el ajetreo diario de despertares escolares y desayunos enérgicos que marcan el comienzo de una nueva jornada de colegio.
          Es entonces cuando, con la claridad en el horizonte y el gorjeo de algunos pájaros, se la ve bajar por la cuesta de Corvales.
     Es una mujer morena, de mediana edad, de mirada enérgica, andares decididos y rasgos que denotan una vida trabajada, llena de esfuerzos, de esas vidas de los pueblos de antaño, siempre cerca del campo, al que amaba desde niña. Sin embargo buscó un hueco para sus estudios y eso la llevó a encontrar un empleo estable en un mundo que ella adoraba.
     Es de las primeras en llegar. Se coloca su bata de trabajo que mantiene siempre pulcra y limpia, llevándola con gracia y elegancia. Se la ve deambular por los pasillos, subir escaleras, bajarlas con las manos llenas de tizas o cuartillas de colores. Preparándolo todo para la apertura de las puertas que se produce unos minutos antes de las nueve de la mañana y recibir a todos los críos que llegan con diligencia y celeridad.
     Siempre hay alguna madre que la busca para preguntarle algo sobre su hijo, alguna duda sobre un problema en el recreo, alguna autorización que rellenar o cualquier consejo que recibir.
     En el cole, su opinión es importante, pues sus sentimientos hacia los niños y su devoción religiosa, le hacen buscar lo mejor para ellos y luchar si algo ve injusto o indebido.
     Siempre está ahí cuando se la necesita, y a veces, si por algún motivo está ausente, parece que algo falta, que todo se descontrola, y los compañeros la añoran esperando su vuelta para organizar las fotocopias o encontrar algunas fichas olvidadas en el fondo de un armario.
     Es la madre del cole, la que continuamente está atenta, solícita y servicial siempre que se la requiere. La que se involucra en los problemas de los niños, ya que es a ella a la que llaman cuando algún chiquillo se lastima o se indispone durante las clases.
     Alma fuerte, vigorosa, enérgica que no se amedrenta por nada. A veces demasiado testaruda y cabezota, pero que todos los que la conocen interpretan como su manera “maternal” de defender sus ideales y muchas veces dar sin esperar nada a cambio, aunque sabe que la sonrisa de uno de sus niños es suficiente para que su alma se estremezca de gratitud.
     Después de que el colegio se quede silencioso y la cancela haya sellado sus rejas, se la ve subir por la cuesta de Corvales, ya más relajada, quizás exhausta después de un día intenso en el que dio todo lo que ella sabía aportar… devoción y amor.

                                                                                   J.C. Llamas.