Siempre... Recuerdos.



   Recuerdos de una Navidad lejana
que hoy está cerca. Intima, nuestra.
Que nos deja un sabor de Paz
con estrellas púrpuras que nos liberan.
   Lo escuchamos y sabemos que es él.
ese que nos llama a diario y nos hace pensar
que el pasado está ahí...parte de nuestro presente.
Hoy. Lo que nos dejó y lo que sentimos. Sí, estás.
   Momentos que marcan. Piensa...piensa...
ellos. Siempre estarán. Lagrimas no.
Recuerdos es lo que nos quedan.
No podemos olvidar. Cosas buenas.
   Y ahora... el presente...vida. Estamos ahí.
Viviendo. Queda mucho por hacer .
Hay que seguir. Y tu eres lo que nos hace sentir que...
una Navidad más...estamos juntos.
   ¿Te acuerdas verdad? De esa noche que vivimos
y que tu alma inundó...que jamás olvidaras.
¿La sientes? Si. Ahora es diferente. No. No lo es.
Por que tú que fuiste pasado, ahora eres presente.
Hoy. Repartes amor entre los tuyos sabiendo que
ayer lo repartieron por ti.
   Una mesa. Platos. Brindis. ¿Triste?... No.
Una noche en la que todos somos buenos.
Una noche...Juntos otra vez.

                                                                         J.C.LLamas

Amor por dentro.

   Ay amor... Amor que te mueves
que no me deja respirar
que te llevas mi aurora entre sábanas
descubriendo mis secretos.
   Hay algo que me inunda
que llena mis quereres
que no puedo soportar
pero me embarga el alma
   Eres tú... mi amor,
la que sabe covijarme
entre sus brazos y amarme
hasta el amanecer.
   Quiero tu boca... tu sabor
clavandome puñaladas en forma de aroma
que viste mis desvelos
y me innotizan los sentidos.
   Ya nada es igual sin ti
porque tú me haces sentir...
lo que llevo dentro.

                                                                 J.C. LLamas

  

Candor en La Zubia.




                        Que no me falte mi paseo
                     recorriendo por la mañana
                     las calles y callejuelas
                     de mi Zubia tan amada.
                        Que no me falte su aurora
                      que no me falte su calma
                      que no me canse de olerla,
                      de hablarle y de mirarla.
                         ¡Ay!... Yo me siento el corazón
                      como una yegua desbocada
                      cuando ese sol que resplandece
                      a La Zubia la engalana.
                         ¡Como la siento en mis venas!
                      que corre hasta las entrañas.
                       La sangre caliente que llevo
                      parece un río de plata.
                         Y por las noches lamento
                       que el día que se me escapa
                       es un día que no vuelve
                       en mi Zubia enamorada.
                          Recorro plazas y esquinas
                       observo los viejos que andan
                       y los niños que corretean
                       con su inocencia tan cálida.
                          Y en la fuente del olvido
                       cuando ya no me quede nada
                       recordaré que en La Zubia
                       se me quedó mi alma.

                                                                                                                                                                                               
                                                               J.C. LLamas.

Los amantes de La Zubia



   Amanecía en La Zubia, amanecía...

   El sol quiso salir tivio
inundando las siemprevivas
y enamorando a los amantes
que con sus besos se adormecían...

   Él quiso acariciarla
y ella recibirle cohibida
se besaron en silencio,
sus corazones latían...

   Amanecía en La Zubia, amanecía...

   Ese beso que él le dió
fué como un yunque en la herrería
que a fuego lento y con pasión
al rojo vivo forjaría.

   Admirando el lucero del alba
los amantes se querían
y ese amor que rebosaban
como el sol resplandecía.

   Juntos sus cuerpos estaban
y en sus almas no cabía
más pasión que la que daban
con abrazos y caricias...

   Amanecía en La Zubia, amanecía...

   ¿Qué me diste?... yo no sé,
pero fué, tan, tan directo
que nuestros fuertes abrazos
no los separa ni el viento.

   Los amantes de La Zubia
perdudarán de por vida
su pasión nos dejará
nuestras almas encogidas...

   Amanecía en La Zubia, amanecía...

                                                                             J.C.LLamas.


 


Para Maria. Por todo lo que me ha enseñado.



   Ella tiene una sonrisa
inocente y sin igual
y en sus ojos brilla un aura
que a todos hace vibrar.

   Es risueña y divertida
buena seño y muy "salá"
con los niños se desvive
repartiendo honestidad.

   Es la encargada del coro,
la que los enseña a cantar
la que su corazón abre
cuando a leer sale al altar.

   Cuando toca la guitarra,
con la iglesia a reventar
los oídos de los fieles
se deleitan al escuchar.

   Cuando ella entona su canto
y las notas nos hacen vibrar,
toda la iglesia se encoge
y una lágrima cae con piedad.

Alma cándida y risueña
que desplega serenidad
y a los ángeles del cielo
les inspira mucha paz.

                                                             J.C. LLamas.


Luna blanca




   Noche límpida y cautiva
llena de lirios morados
clara como agua fresca
emerge como Afrodita
inundando el firmamento.
   Luna blanca señalada
tus ojos de vivo encanto
destellan como luceros
negro y resplandeciente cielo
no dejes que llegue el día,
abraza las estrellas, acoge el viento,
manda sobre la claridad
con látigo de escarlata.
   Galanes de noche abrirán
frascos cargados de aromas
elixir de amores encontrados
que mueren mezclando lágrimas
y agonías que el alma se lleva
dejando vacío el nido de amor.
   Luna blanca, de acero,
que acuchillas sentimientos,
¿qué quieres, qué anhelas?
Tu manto es un mundo
con latidos que nos abruman
pues inspiran historias de pasión
que emanan sangre y vida.
   Luna que callas pesares
y atestiguas la voluntad quejumbrosa
que los hombres abandonan indolentes,
arrastrando sentencias, silenciando condenas.
   Amarga es la lucha que tu aura lleva,
llenando huecos de paja
que el fuego eterno limpiará
dejando un fértil sonido de campanas
que abrirán las puertas de la serenidad
bajo tu inmenso cielo.


                                                                                   J.C.LLamas

Otoño en La Zubia

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   Paseando entre alfombras marrones
crujen las hojas serenas
el cielo se torna gris
se entristece, llora y tiembla.
   Mis amores salen relucientes
buscando la lluvia tersa
y esos amores me matan
¡ay...! de alegrias y de tristezas.
   Se respira un aire cálido
que por los pulmones penetra
y al cerrar los ojos sientes
que tu vida aquí, está completa.
   Mis sentimientos me engañan
sintiendo el frio que ya llega
pero en el fondo de mi ser
ansío que este otoño no perezca.
   Al pasear por el barrio
con los niños ya en la escuela
siento latir mi corazón
cabalgando entre azucenas.
   Las calles se truecan húmedas
como dos ojos que gimotean
y en los charcos se refleja
un nostálgico barco de vela.
   Este otoño ha de ser
melancólico, de alma de seda,
que nos hace recordar
que el invierno ya se acerca.
   Y a La Zubia llegará
como un aura tibia y serena
llenándonos de vida y recuerdos
pisando alfombras de hojas secas.


                                                    J.C.LLamas.

Nuestras pequeñas Ermitas

 

 El dia 27 de Septiembre se celebra el dia internacional del turismo. Con este motivo permanecieron abiertas nuestras ermitas de San Pedro y de la Virgen de Gracia.
   Habitualmente con sus puertas cerradas este dia tuvimos la oportunidad de adentrarnos en ellas y poder admirar sus maravillosas obras de arte que se exponen.
   En su reducido espacio se colocan imágenes, lienzos, candelabros, benditeras, y estandartes que decoran con una pulcritud religiosa y nos transladan al siglo XVIII, época en la cuál están construidas.
   Aquí os dejo unas fotos que hize, disfrutando con cada instantánea de todos los pequeños rincones que en ellas se esconden. Espero que os gusten.
 


                                                          ERMITA DE SAN PEDRO

















HERMITA DE LA VIRGEN DE GRACIA

















Alma cálida (Para M@Ángeles)

   Alma blanca alma bella
alma que gran amor desprende
tu corazón rebosa alegría
y tus ojos engrandece
haciéndolos vibrar como estrellas
tan blancas como la nieve.
   Tu pureza te hace única
tu inocencia y tus quereres
hacen huella en todos nosotros
que como pétalos de laureles
cayendo sobre la hierba
van quebrando amaneceres.
   Te hemos visto corretear
en el cole y con tu gente
esos que crecieron contigo
contigo estarán eternamente
sabiendo que tu ternura será
como el viento del oeste.
   Y te vas haciendo grande
del cole saliste alegre
nos marcaste en tu graduación
con tus palabras, que siempre,
nos hacen llorar y sentir
tu persona sensible y fuerte.
   Sigue siendo tú misma
clareando entre nubes tenues
como una aurora blanca vas
sencilla y fresca como los claveles
que con su candor y esencia
inundan nuestros vergeles.
   Alma blanca alma bella
alma que la vida ennoblece
en el fondo de tu ser,
ese que tú solo entiendes,
desprende el aroma cálido
de las amapolas silvestres.
                                      J.C.Llamas
  

Niños




          Los niños siempre sonríen 
con risa clara y sincera
sus corazones son limpios
como la lluvia tibia y serena.
Cuando los veo en el parque
saltando sobre la tierra
mi corazón se hace chico
recordando mi infancia tierna.
Son como pájaros libres
son como liebres ligeras
son caballos alocados
son peces en agua fresca.
Los ves saliendo del cole
con sus mochilas y carteras
sus gritos que tocan el aire
vuelan como cometas.
Sus profes salen después
agradeciendo la sirena
¡qué grandes estos maestros!
que estas pequeñas almas moldean.
¡Qué grandeza la de ser niño
inocente y sin pereza
con alma cálida y pura
rebosante de nobleza.
Si ellos pudieran mandar
sobre la faz de la tierra
los hombres serían felices
llenos de gozo y sin tristezas.


                                                                                                                      J.C.Llamas.


                                           


Poesia en Laurel

En las noches largas de agosto
cuando la luna clarea
La Zubia se viste de gala
y con sus geranios y azucenas
recibe los versos cálidos
que aquí dejan sus poetas.

En el convento de San Luis
donde La Reina casi se vio presa
los laureles se engalanan
y con olor a rosas frescas
envuelven el cálido aroma
de las monjas que incesantemente rezan.

Poesía en el Laurel
que todos los años llega
y nos abre el corazón
llenándolo de pureza
de amor y sentimiento
que en el fondo de nuestras almas penetra.

Van saliendo las poesías
se respira pureza etérea
y con los ojos cerrados ves,
como ese poeta,
que mirandote extasiado
poco a poco tu alma se lleva.

¡Como siento la noche cálida,
como me envuelven sus poemas!
como me gusta su cielo que,
envuelto completamente de estrellas
me hace sentir un hidalgo
en el Laurel de La Reina.

Ya no puedo resistir
tanto amor y tanta tristeza
que reflejan que en el mundo,
ese que nos rodea,
las cosas se pueden arreglar
con poesia y pureza.

Y esa pureza que buscamos
la que nuestra alma anhela
la encontramos en el Laurel,
ese Laurel que La Reina,
quiere compartir con nosotros,
con trovadores y poetas.

                                            Jc LLamas.

A Paco Camposo




                                                        Teniendo su mano cogida
                                                        en una postura muy tierna
                                                        supe que se me iba
                                                        pues ya estaba muy vieja.

                                                        Sentía su mano cálida
                                                        sus venas hinchadas pero serenas
                                                        su rostro límpido y claro
                                                        como una mañana muy fresca.

                                                        Sentía que se marchaba
                                                        que nos dejaba sin pena
                                                        aunque ya no se expresaba
                                                        sabía que estaba con ella.

                                                       ¡Cómo notaba su aura!
                                                        su dicha y su tristeza
                                                        saber que estaba tranquila
                                                        y su alma siempre serena.

                                                       Mamá, si supieras como me acuerdo
                                                       de mi infancia que fue tan buena
                                                       cuando me llevabas al colegio
                                                       orgullosa y muy risueña.

                                                       Déjame que te diga que te quiero
                                                       que mi alma vacía se queda
                                                       por que lo que tú me diste
                                                       en mi corazón se queda.

                                                       Aunque ya no puedas oirme
                                                       ni sentir mis caricias tiernas
                                                       que sepas que en mi interior
                                                       mi adoración por ti será eterna.


                                                                                                             J.C.LLamas.



                                             

Dos rosas en Cumbres

                                                         
                                                           


                                                                  Salía la niña al campo
                                                                  en muy grata compañía
                                                                  su hermana y mejor amiga
                                                                  con la que su alma compartía.

                                                                  Subieron a Cumbres Verdes
                                                                  paseando muy tranquilas
                                                                  y al volver la vista atrás
                                                                  admiraron sus maravillas.

                                                                 Al pie de la ladera, La Zubia,
                                                                 con sus calles y sus villas
                                                                 sus arboledas muy verdes
                                                                 y su encina muy tupida.

                                                                Se divisaba la iglesia
                                                                con su torre alta y viva
                                                                y la ermita de San Pedro
                                                                con su luz resplandecía.

                                                                Los vecinos paseaban
                                                                disfrutando del buen día
                                                                se veían corretear
                                                                a los niños y las niñas.

                                                                Las dos hermanas sintieron
                                                                que su corazón se engrandecía
                                                                cuando vieron que en su pueblo
                                                                la vida corría tranquila.

                                                                Respirando el aire puro
                                                                que las cumbres ofrecían
                                                                cerraron sus ojos menudos
                                                                sintiendo la brisa tivia.

                                                                Ya bajan las dos hermanas
                                                                cautelosas y tranquilas
                                                                admirando en su esplendor
                                                                la gran Vega Granadina.

                                                               A sus pies La Zubia clara
                                                               con aroma a siempreviva
                                                               resplandece como el sol
                                                               llenándola de amor y vida.


                                                                                                                      J.C.LLamas.



Médicos

  
                                                                                                                               A Purificación.



 La habitación se encontraba sola. Apenas un rayo de sol de las últimas horas del día entraba por la ventana, haciendo resplandecer los utensilios que sobre la mesa descansaban, limpios, asépticos, después de una jornada de roces sensibles y calentamientos en esceso.
   La bata blanca, colgada en la percha, desprendía un olor a alcohol yodado que ella apenas percibía, ya que tantos años trabajando con el mismo efluvio la habían inmunizado y no lo notaba.
   Bajando por la Cuesta de Corvales, meditaba sobre su vida. Una vida de vocación y dedicación que desde niña había sentido, jugando con sus muñecas a aliviarles la fiebre y poniéndoles las inyecciones y apósitos que ella misma suministraba a sus pacientes que no lloraban ni se resistían a sus tratamientos. Ahora, cuando trataba con gente de verdad, que sí sentían dolor y tristeza su alma se fundía en sentimiento y ternura con esas personas y el trato ya no era solo profesional, salía de su ser un espíritu de cordialidad, de amistad y apego que influía mucho sobre ella haciendo de cada visita una ocasión para aportar afecto y cariño a todos sus pacientes.
   Después de una dura formación y muchas horas de dedicación y estudio había encontrado la ocupación que ella quería, la que ella deseaba con todo su ser, la que le hacía sentirse persona, un alma con la que poder expresar lo que su voluntad le exigía. Necesitaba darlo todo, dar toda su experiencia, todas sus horas de entrega a esa gente que lo necesitaba. Sentía que podía poner su granito de arena en este mundo lleno de envidias y egoísmos que no dejan hueco para la solidaridad y el amor sin llegar a querer nada a cambio.
   Cerró los ojos respirando el aire fresco de la tarde que impregnaba sus pulmones. Sintió las hojas de los árboles como tañían queriendo ofrecerle una orquesta de bulliciosas ramas intentando despegar en busca de libertad y ofreciéndole un sin fin de sensaciones que la sobrecogieron.
   Sabía que ese era su camino y que no lo cambiaría por nada. Sabía que era importante en su pueblo que la había acogido con cariño y lealtad.
   Quería dar gracias a sus compañeros que posiblemente sentía lo mismo que ella y que juntos hacían un gran equipo y un gran trabajo coordinandose a diario para que la atención a los vecinos fuera el adecuado y el correcto, ofreciendo siempre una sonrisa para intentar por lo menos paliar lo más posible los males y suplicios de los pacientes.
   Se iba la tarde cuando el aire gélido de febrero la obligó a abrocharse el abrigo pues un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Seguía bajando por la cuesta Corvales pensando en esa niña que rebosaba amor por los demás y quería dedicarse al cuidado de las personas. En esa niña que curaba a sus muñecas sintiendo que con sus manos podía arreglar el mundo.


                                                                                         J.C.LLamas.

Por San Antonio.

    La mañana se abre clara, fresca, límpida. Las nubes, en tonos rosados pastel se paseaban imperturbables por el cielo, como exentas de lo que pasa en la tierra y engrandecidas por su volumen y frondosidad, que las hacen majestuosas y señoriales.
   Salgo de la casa en dirección al barrio de San Antonio. Me gusta discurrir por esas calles angostas, gastadas, con aceras apenas perceptibles que las vecinas se afanan por mantener siempre limpias, barriéndolas desde primera hora de la mañana.
     Entro por Alonso Cano y las veo con su cepillo y recogedor, con su mandil color primavera. Se esmeran en demasía. Es como parte de la casa, un trocito de vivienda más que quizás se dejaron fuera y ellas como casi suyo se esmeran en arreglar para su disfrute. Dialogan tranquila y pausadamente, como si con ello pudieran alargar el momento de la mañana en la que comparten la limpieza de su zaguán de entrada con el de sus vecinas. El rítmico sonido de las escobas se mezcla con el rumor de sus voces que rompen el silencio de la mañana.
    Cruzo por la calle golondrina y el murmullo se acentúa más. En el bar de la Asociación ya hay algunos hombres compartiendo el primer cigarrillo de la mañana, charlando sobre las noticias del dia o sus achaques de la edad, que siempre les gusta señalar.
   Me saludan con cordialidad y afecto, con una simpatia quizás retraída que la hace más humana y entrañable.
     Saco mi cámara de fotos y disparo varias tomas del parque. Solo un ligero piar de pájaros de deja oir en su interior.
     Al revisar la instantánea, observo los árboles con sus tonalidades verde cadmio y marrón ocre e imagino el tiempo que están ahí, peremnes, estáticos, viéndonos pasar y observando nuestra vida fugaz que nosotros creemos eterna e imperecedera.
     Desciendo por la calle Granja y aún se puede ver un terreno olvidado, vetusto, donde se crian algunas gallinas y pollos que al paso de la gente se acercan curiosas esperando algunas migas de pan.
     Es entonces cuando mis sentidos se embargan. Cierro los ojos y un olor a pan recien hecho me envuelve, como un perfume que penetra en nuestro olfato y nos hace evocar sensaciones ya vividas y quizás olvidadas.
Y me acerco al horno de pan, donde los artesanos ya recogen y limpian la tahona con ganas ya de irse a casa a descansar.
     ¿Qué hay en estas calles, en estas esquinas, en estas plazas pequeñas, que me hacen meditar, abstraerme y reflexionar? Yo no lo sé. Me fascinan sus casas, sus vecinos, sus formas y su proceder de manera tranquila, sosegada, plácida.
      Este barrio de San Antonio, con tanto arraigo, tanta dignidad y nobleza me hace pensar que el tiempo se ha parado, que la vida nos da un respiro, un lapso en nuestra existencia para disfrutar de este barrio que nos enamora y nos conquista en todo su esplendor.

                                                                                                                 J.C.LLamas.

   


Los secretos de Nuestra parroquia.


    Un año más, en el mes de mayo, llegan las comuniones. Este año ha sido un poco especial ya que los niños de la catequesis han podido disfrutar de unas visitas guiadas por toda la iglesia y recorrer todos aquellos rincones donde habitualmente no se tiene acceso.
    La iniciativa gracias a María y a Reme, responsables de la Catequesis semanal y con la inestimable ayuda de Irene López Ruiz, que ha sido la encargada de dar a los niños todas las explicaciones necesarias y contar  las anécdotas que en la iglesia han ocurrido, ha sido todo un éxito, inculcando en nuestros pequeños el amor por nuestra cultura y el gran legado que tenemos en La Zubia.
     Aquí os dejo unas cuantas fotografías que ilustran esas visitas y nos descubren el interior de nuestra parroquia.



Vista de la entrada principal desde el órgano.



                                          Trompetillas pitos del órgano. Según nos contó Irene,
                                           las robaron todas y algunas de ellas están en Sevilla.



Vista de las trompetillas y el Retablo.




Momento de la tarde en el que un rayo de sol penetra por la vidriera de la entrada, dejándonos esta instantánea impresionante.











                       Irene, licenciada en historia del arte y gran amante de nuestro patrimonio en una                                         de sus interesantes explicaciones que adaptadas al público infantil hizo las delicias 
                    de todos. Sus inmumerables  anécdotas sobre la iglesia nos hicieron disfrutar de lo 
                     lindo, transportándonos en un viaje en el tiempo a la época mudéjar.






Vista de la Nave central desde el Camarín de La Virgen.
Imagen poco habitual al no tener acceso a estas estancias.




   
Cúpula del Camarín de La Virgen. Conservado en
muy buen estado, hace de cielo en ese pequeño
aposento de gran belleza cuyas paredes están
decoradas con una maestría increible. 



La Virgen siempre velando por sus fieles en un sitio privilegiado.




Una de las anécdotas que nos contó Irene fue que en la iglesia entraron unos ladrones y que utilizando una sotana del cura cosiéndole las aberturas de la cabeza y las manos, la utilizaron como saco para llevarse objetos muy valiosos.



 Uniendo la nave con la Sacristía, existe un pasadizo
 donde se cuenta que por ahí pasaban los cristianos.




 El Sacrarium.
Aquí se limpian todos los utensilios que el párroco utiliza en la Liturgia. El agua al estar en contacto con ellos se vuelve sagrada y no termina en ningún desague, va directamente a la tierra.

                                               Ascenso por estas angostas escaleras hacia el campanario. Ventanas,  ventanucos y huecos dejan entrar la luz en una subida llena de historia y fe.





Vista trasera del reloj.
Antes de alcanzar el campanario nos encontramos con
esta imagen poco habitual. La gran esfera de nuestro 
maravilloso reloj vista desde el interior de la torre.



Mecanismo del reloj.




Ventanuco enrejado que nos deja una impresionante toma de la entrada a La Zubia.


                                        Una vez coronado el campanario, todos quedaban asombrados
                                        por las excelentes vistas y lo imponente de las campanas que
                                        impasibles siempre vigilan nuestras calles.





Detalle de una de las campanas.




Vista del Puente desde el campanario.





Panorámica de la calle Campanas.




Herramientas que antiguamente se utilizaban para el mantenimiento del reloj.


Han sido unas visitas cargadas de historia, conociéndo al detalle todos los secretos que esconde nuestra iglesia, patrimonio religioso y cultural que se conserva en muy buen estado engrandeciendo nuestro pueblo.