Para Maria. Por todo lo que me ha enseñado.



   Ella tiene una sonrisa
inocente y sin igual
y en sus ojos brilla un aura
que a todos hace vibrar.

   Es risueña y divertida
buena seño y muy "salá"
con los niños se desvive
repartiendo honestidad.

   Es la encargada del coro,
la que los enseña a cantar
la que su corazón abre
cuando a leer sale al altar.

   Cuando toca la guitarra,
con la iglesia a reventar
los oídos de los fieles
se deleitan al escuchar.

   Cuando ella entona su canto
y las notas nos hacen vibrar,
toda la iglesia se encoge
y una lágrima cae con piedad.

Alma cándida y risueña
que desplega serenidad
y a los ángeles del cielo
les inspira mucha paz.

                                                             J.C. LLamas.


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