La Zubia. Retrato de un pueblo.
En la ladera de Sierra Nevada,existe un paraíso, vivir en él es un privilegio, conocerlo en profundidad, un desafío...
Noche soñada
Primavera esperada
Aires (1)
Huertas de La Zubia (2)
J.C: LLamas.
Almas de La Zubia (5)
Miradlas.
Pasean en su mundo
pasean extasiadas
pasean en sosiego
pasean agotadas.
Miradlas.
No saben que yo las miro
no saben que son observadas
todo el aura de estas gentes
rodea la plaza callada.
Miradlas.
Sus miradas cautivas
despiertan de madrugada
llenando el vacío que tienen
con bellos sueños de plata.
Miradlas.
Su mutismo que se ahoga
axfisiándoles el alma
se cuela por las callejas
místicas y resignadas.
Miradlas.
Enigmáticas y anónimas
andan buscando añoranza
creyendo que vendrá su sueño
de noche o de madrugada.
Miradlas.
J.C.LLamas.
Dejadme morir aquí.
Lluvia.
Cae lánguida y serena
Poetas en La Zubia
El silencio se rompe con el sonido de unos pasos lentos, flemáticos, que se oyen por el corredor. Una silueta envuelta en sombras deambula plácidamente, extasiada, ajena al entorno que le rodea y hechizada quizás, por ese amor que aguarda con anhelo y deseo.
Es Nazhum, poetisa que espera a su poeta. Sus gestos denotan esas ansias que el enamoramiento deja. Se la oye suspirar lánguidamente y ese sollozo, ese lamento, se revuelve vivo, palpitante, real. Es él, su poeta, su amado que se deja entrever en el pórtico principal, luciendo una figura esbelta, estilizada, elegante que revela una pasión que ya no puede reprimir.
Ibn Quzman, poeta de poetas, camina hacia ella, a su encuentro, midiendo cada paso y sintiendo ya el roce de los labios de su amada. Se funden en un apasionado beso que deja sus corazones henchidos de gozo y frenesí. Sus mentes, completamente enajenadas, viajan en cálido ensueño, surcando paraísos olvidados en busca de un rincón en el que consumar su amor. Sus miradas se entrelazan en un acto de unión en el que abarcan los dos cuerpos. Sus manos, ardorosamente cálidas, se afanan en buscar esas curvas tersas, pulidas, sedosas, que esperaban a ser acariciadas febrilmente. Encadenados ya a ese estado de letargo férvido, sus andares pausados, inaudibles se deslizan espectralmente por el suelo de baldosas carmesíes. El ambiente se torna de tonos pastel que embriagan la atmósfera cargada de sensualidad.
Un vaho blanquecino y nacarado difumina las dos figuras fantasmales que el céfiro matinal se encarga de transportar a su época. Un olor a geranios envuelve el mágico momento enmarcando el lugar con tibios aromas otoñales.
Salgo de la huerta callado, extasiado, pensando en los dos poetas que después de tantos años han vuelto a revivir su amor.
Telaras
Sentirte como te siento
Desde mi balcón
Quimeras (2)
Luna incierta
Luna que todo lo sabe
aura que todo lo lleva
claridad entre laureles
oscuridad con hojas secas.
Tu me das todas las noches
todo lo que a mi me llena
silenciando mis pesares
inspirando mis poemas.
Cierro los ojos y veo
que tu luz está completa
y pienso en mi alma cálida
esa que respirar no me deja.
Luna de La Zubia clara
luna tan bella y sincera
luna que recuerdos me trae
de una infancia bella y tierna.
Y los jazmines que proclaman
que todo su olor y su esencia
despliegan todas las noches
ese aroma que sabe a tierra.
Y esa tierra que me me embarga
y mi corazón se lleva
es un sentimiento mutuo
que por la noche clarea.
Oh!!!....mi Zubia tan amada,
mi Zubia... que tanto me llena
la que me hace sentir
mi alma dulce y serena.
J.C. Llamas
Sudor y letargo
Quisiera llevarte en mis manos
tenerte en el alma
sentirte en mis brazos.
Quisiera que me dieras vida
que callaras mis silencios
que usurparas mis abrazos.
Cambiando mi ser por alma
y nos llevara el diablo.
Que me amaras temblando,
sabiendo que nosotros, los dos,
muy locos estamos.
Que nuestro amor es inmenso
como un caballo trotando,
como la luna en la noche,
como una ola cabalgando.
Quisiera que nuestro amor fuera
como un sudor y un letargo
que fundiera nuestros besos
y congelara nuestros labios.
Y me ofreces tu cuerpo ondulante
y tus curvas me ponen temblando
y el amor que nos procesa
por nada quisiera cambiarlo.
Y quererte como te quiero
y amarte como te amo
sabiendo que tu aura está llena
y rebosante de abrazos,
que tu mirada es fuego
que yo quisiera apagarlo.
J.C.LLamas