Noche soñada








Duermen las flores carmines
sueñan con tierras lejanas
con el rio que acaricia
hojas, raíces y matas.

Duermen las calles oscuras
en silencio y extasiadas
un halo de luz penetra
por esas sombrías ventanas.

Duerme  la torre del templo,
esa torre larga y blanca,
sus campanas como suspiros
se ahogan estando calladas.

Duerme la vega fértil
bella tierra de labranza,
ya se ve venir a un labrador
que empieza de madrugada.

Duerme ella casi desnuda
pues su alma está cansada,
duerme él, su pelo en mano,
exhausto de tanto amarla.


Duermen las gentes del pueblo
en sus lechos y sus camas
pensando en sus alegrías
y las tristezas del mañana.

Y mientras todos duermen
y sus sentimientos descansan
yo escribo estas cuartillas
en esta noche soñada.



Primavera esperada







          
     Ya abre la primavera
en mi Zubia bien amada
llenando su aire morisco
con flores azules y gualdas.

Se llenan sus calles risueñas
de un aroma que embarga
y nos hace suspirar
al ver nacer la mañana.

Y siento los pájaros que trinan
que gorjean, que cantan,
despertando nuestras pasiones
que llegan con la alborada.

Por las esquinas se esconden
besos y caricias blancas,
se cuelan en los hogares
por las floridas ventanas.

Y la fuente que se arranca
con el baile de su agua
nos hace estremecer
en esta Zubia de estampa.

Aires (1)










La zubia, bella y hermosa,
el viento que te recorre
despliega todo su aroma.

El caballo por la acequia
sueña con ver a su jaca
y el jinete enamorado
anhela besar a su amada.

La alondra despliega su vuelo
buscando la sombra de acacia
y el mirlo le sigue de lejos
velando el volar de su dama.

La Zubia, bella y hermosa,
la brisa que te acaricia
tiñe las nubes de rosa.

La plaza inerte y risueña
espera los sueños de plata
de esas almas somnolientas
buscando el amor en el alba.

 La fuente tan cantarina
hace tañir a ese agua
que suena como un romance
despertando la alegre mañana.

la Zubia, bella y hermosa,
el aire quiere acunarte
entre sábanas sedosas.

Y el balcón tan colorido
de geranios y de malvas
despierta con un suspiro
y el rocío lo hace lágrimas.

Rincones con tanto embrujo,
esquinas que rebosan calma,
callejas llenas de hechizos,
placetas estrechas y lánguidas.

La Zubia bella y hermosa,
el céfiro te abraza desnudo
buscando el sabor de tu aura.

Huertas de La Zubia (2)








   En la bella alberca marchita
se tiñen las hojas de acacia
grises como un cielo plomizo
oscuras, llenas de añoranza.
   La casa está desierta
la luna, de brillos la baña,
el céfiro se cuela incauto
por las puertas oxidadas.
   Y el aroma de las flores
aquellas que no están marchitadas
hacen volver a la vida
a esas decrépitas ventanas.
   Las rejas majestuosas,
esas que visten las entrada
relucen queriendo el retorno
a esa época de vida extraña.
   Los clavos del llamador,
el que fue rojo escarlata,
resuenan clamando lento
esperando que la puerta se abra.
   Una vez que entramos dentro
se respira pura calma
las paredes rebosan historia
embelleciendo toda la estancia.
   Se escuchan suspiros sordos
palabras que dulces y cándidas
reviven viejas leyendas
de La Zubia bella y blanca.
   Huertas de pasado morisco
de jardines y fuentes doradas
testigo de amores mozárabes
y bellas historias cristianas.

                                                 J.C: LLamas.


Almas de La Zubia (5)





Miradlas.

Pasean en su mundo
pasean extasiadas
pasean en sosiego
pasean agotadas.

Miradlas.

No saben que yo las miro
no saben que son observadas
todo el aura de estas gentes
rodea la plaza callada.

Miradlas.

Sus miradas cautivas
despiertan de madrugada
llenando el vacío que tienen
con bellos sueños de plata.

Miradlas.

Su mutismo que se ahoga
axfisiándoles el alma
se cuela por las callejas
místicas y resignadas.

Miradlas.

Enigmáticas y anónimas
andan buscando añoranza
creyendo que vendrá su sueño
de noche o de madrugada.

Miradlas.

                                    J.C.LLamas.

Dejadme morir aquí.






















Dejadme morir aquí,
en mi Zubia tan amada
esa que llevo dentro,
esa que me extasía el alma.

Dejad que mi cuerpo repose
en esta tierra de estampa
donde pueda descansar
mirando la luna de plata.

Que me dejen aquí dormido
que dejen volar mi aura
entre laureles apasionados
y bellas reinas cristianas.

Cuando yo entorne los ojos
y el céfiro me lleve en sus sábanas
mis lágrimas como cuchillos
rasgarán la tierra mojada.

Me está ahogando esta pasión
tan profunda y desbocada
que no me deja respirar
y me oprime toda el alma.

Siento las campanas tañendo
en la iglesia tan cercana
se llevan mis sentimientos
por es humilde ventana.

Dejádme morir aquí
morir tranquilo en mi cama
respirando el aire cálido
de mi Zubia enamorada.

                                                         J.C. LLamas.