...al
llegar al arranque de la cuesta Corvales, la mirada se me desvía hacia la
pequeña plaza remodelada en la que una réplica de la fuente del Patio de los
Leones rodeada de unos bancos cincelados artísticamente por algún maestro
ebanista y una torre decorada magistralmente a modo de torre del Homenaje, te
transportan hacia los tiempos mozárabes y provocan una ilusión histórica digna
de ser vivida por todos los vecinos cercanos.
Seguimos
hacia arriba, paralelos al cauce del rio y la vista nos sigue deleitando con
maravillosas viviendas, casitas pequeñas con un pequeño patio y un jardín
escueto, con geranios engalanados y claveles alegres en maceteros labrados a
mano y pintados artesanalmente que su dueño se afana por mantener limpio
y bien regado para disfrutar y exhibir ante sus amigos.
Hacia la mitad de la cuesta,
a mano izquierda, nos encontramos con el centro de salud del pueblo, sitio muy
concurrido a diario tanto por personas mayores como por niños acompañados de
sus madres que charlan unos con otros describiendo los achaques que les
aquejan, haciéndolas, quizás, un poco más llevaderas.
La próxima encrucijada de
calles, nos muestra a mano izquierda el barranco Corvales, con su magnífico
puente que hace de entrada hacia el barrio de "La Cañá los Priscos",
entrañable alfoz, cuyos vecinos, se implican como nadie en los quehaceres de su
pueblo.
Ya llegamos. Seguimos ascendiendo la cuesta,
orgullosa y presumida, pues sabe que llegamos a un balcón espectacular, enfático
y lleno de vida. Es la explanada de la Cantina de Rute, un mirador lleno de
encanto, donde el contacto con la naturaleza y las admirables vistas, nos hacen
alejarnos y aislarnos del ruido y el materialismo diario, que nos nublan la
existencia, impidiendo saber disfrutar de tan magno espectáculo…
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