Los amantes de La Zubia



   Amanecía en La Zubia, amanecía...

   El sol quiso salir tivio
inundando las siemprevivas
y enamorando a los amantes
que con sus besos se adormecían...

   Él quiso acariciarla
y ella recibirle cohibida
se besaron en silencio,
sus corazones latían...

   Amanecía en La Zubia, amanecía...

   Ese beso que él le dió
fué como un yunque en la herrería
que a fuego lento y con pasión
al rojo vivo forjaría.

   Admirando el lucero del alba
los amantes se querían
y ese amor que rebosaban
como el sol resplandecía.

   Juntos sus cuerpos estaban
y en sus almas no cabía
más pasión que la que daban
con abrazos y caricias...

   Amanecía en La Zubia, amanecía...

   ¿Qué me diste?... yo no sé,
pero fué, tan, tan directo
que nuestros fuertes abrazos
no los separa ni el viento.

   Los amantes de La Zubia
perdudarán de por vida
su pasión nos dejará
nuestras almas encogidas...

   Amanecía en La Zubia, amanecía...

                                                                             J.C.LLamas.


 


Para Maria. Por todo lo que me ha enseñado.



   Ella tiene una sonrisa
inocente y sin igual
y en sus ojos brilla un aura
que a todos hace vibrar.

   Es risueña y divertida
buena seño y muy "salá"
con los niños se desvive
repartiendo honestidad.

   Es la encargada del coro,
la que los enseña a cantar
la que su corazón abre
cuando a leer sale al altar.

   Cuando toca la guitarra,
con la iglesia a reventar
los oídos de los fieles
se deleitan al escuchar.

   Cuando ella entona su canto
y las notas nos hacen vibrar,
toda la iglesia se encoge
y una lágrima cae con piedad.

Alma cándida y risueña
que desplega serenidad
y a los ángeles del cielo
les inspira mucha paz.

                                                             J.C. LLamas.